sábado, 28 de marzo de 2009

Loquillo i els "jóvenes airados" de Badalona

Relats fets a classe V

Diario de Hugo

12 de Febrero

Esta mañana ha sido como otra cualquiera, claro que ese concepto cambia para mucha gente, para mí lo es cerrar un caso de siete secuestros de niños de cinco años, pelirrojos y con una camisa amarilla que el sujeto seleccionaba creyéndose que eran descendientes del supremo McDonalds. ¿Espantoso verdad? Peor hubiera sido que los utilizase para una BigMac. Comentario inoportuno de mi compañero Daniel, un chico de pocas luces.

En realidad, sólo ha sido otro caso más.

14 de Febrero

Parece que últimamente las cosas no marchan bien. Ayer no pudimos evitar la muerte de una pobre ancianita, y teníamos el asesino delante todo el tiempo, era un caso obvio…Aún así no pudimos hacer nada.

Con Claire las cosas marchan peor. A ella no la puedo dar por muerta. No puedo despedir a sus seres queridos con un abrazo y marcharme dejándola en el olvido, aunque en muchas ocasiones es lo que más desearía en este mundo. Últimamente noto que mi mujer sospecha que tengo una amante. Espero que no descubra lo mío con Gloria. Mis hijos Mac y Val se hacen grandes y ya no quieren estar con su viejo padre (menos en cuestiones económicas). En fin, he quedado con Gloria.

15 de Febrero

Alucinante encuentro con Gloria. Sus curvas brasileñas me inspiran aquella vieja pasión que experimentaba hace tiempo con Claire, cuando aún nos queríamos…

Cuando llegué al hotel Pardo, a 40km de casa, pedí la llave de la habitación 104, que estaba a su nombre. Me la encontré allí, dándose un sensual baño. “-Acércate mi cielo, ¡no le tengas miedo a esta gatita mala!” Gloria era un poco cutre hablando, todo hay que decirlo, pero aún así hacíaa el amor como una diosa, por eso me gustaba tanto.

Después de una tarde desenfrenada, me fui sin hacer ruido mientras ella dormía, como de costumbre. Cuando salí de la habitación decidí pagar la noche, aún no sé por qué lo hice.

-La señorita Gloria Flores está cansada, ha decidido pasar aquí la noche.

-Pero la habi...- se expresaba el recepcionista del hotel de mala muerte con algo de miedo.

-¿Sería posible…?- le dije extendiéndole un billete de 50€.

-Claro señor, ningún problema- dijo mostrándome su sucia sonrisa.

-Y no la molesten por favor, está muy cansada-añadí 20€ más y me fui.

20 de Febrero

Todo marcha como siempre. Echo de menos a Gloria, pero no sé por qué está ilocalizable. A veces pienso en Gloria respecto al engaño que le estoy haciendo a Claire. Antes me sentía mal, tenía remordimientos…Ahora no es más que una simple rutina, total, otra mentira más…

23 de Febrero

¡Maldita puta! ¿Cómo he podido ser tan ingenuo? Cuando llegué a casa Claire me esperaba en el comedor, con todo el maquillaje descompuesto, un par de maletas y a mis hijos en el coche.

-¿Claire…? ¿Qué pretendes…?- dije atónito, no podía creerlo-. ¿Qué significaba eso?

-¡Desgraciado! No te mereces ni la muerte. Personas como tú tendrían que pudrirse eternamente entre sus mentiras.

-Claire, ¿qué estás diciendo?- No podía creerlo, ¿Qué estaba pasando? Me acerqué a ella para abrazarla pero me rechazó.

-No me toques cabrón. Lo sé todo. Gloria ¿verdad? Tú y ella… ¡Dios mío! ¡No me lo puedo creer!…Hugo ¿cómo has podido?- Me gritó ella entre sollozos. Metió la mano en el bolsillo, sacó un CD y me lo dio.-Ni siquiera he tenido valor para acabar de verlo.

-Claire yo pue…- Intenté disculparme, pero me interrumpió con una bofetada y se marchó.

5 de Marzo

Me he pasado días meditando. No puedo aguantarlo. He quemado todas las fotos. He tirado toda la ropa y he borrado su recuerdo. Algún día tenía que pasar ¿no? Nuestro matrimonio era una farsa. Los dos queríamos que acabase. Lástima que tenga que ser así. Mañana volveré al trabajo. No necesito esos seis meses de baja. Me siento bien. Me siento libre.

16 de Marzo

Llevo diez días trabajando. La gente no puede creer que esté tan alegre después de todo lo que ha pasado, pero lo estoy.

Hoy me han llamado de la central y he acudido allí rápidamente.

-Ha habido un asesinato múltiple cerca de esta zona. Las víctimas son una mujer de mediana edad y dos varones adolescentes, sus hijos. Un transeunte los ha encontrado en una casa abandonada.

-¿Cómo están los cuerpos?- pregunté. La forma en la que acaban los cadáveres siempre me fascina.

-Están en pésimas condiciones. Es mejor que lo veas…Si tienes valor suficiente. Aún no los hemos identificado.

- Vale, voy a buscar a Daniel.

-De acuerdo Hugo. Nos vemos luego.

Bella era siempre la encargada de informarnos sobre todos los casos; también se encargaba de representarnos ante el público.

Era sorprendentemente guapa. Siempre me había gustado su tez blanca y su larga melena rubia e impecablemente lisa, así como sus inmensos ojos marrones…Me hacían enloquecer. Nunca entendí cómo una mujer tan encantadora podía trabajar entre muertos. No lo veía apropiado.

Fui a buscar a Daniel. Como siempre, era un impuntual.

-Ya era hora chicos, en fin, aquí tenéis. –Bella nos entregó el informe. Yo, directamente, pasé a las fotos. Sencillamente horrible.

-Tiene el rostro…rajado.-Comenté yo.

-Parece la familia de Freddy Kruger jajajaja-Otro famoso comentario de Daniel.

-¡Daniel! Pero, ¡por Dios!… ¿Qué clase de enfermo podría hacer esto?

-Uno que les conoce mucho. Les deforma la cara para que tarden más en reconocerlos, porque está muy unido a esta familia, quizás formaba parte de ella…-Cuando dije esto último me acordé de Claire. Me extrañaba el hecho de no echarla de menos. Creo que nunca la conocí lo suficiente como para quererla.

-Vayamos a la escena del crimen.-Propuso Daniel ahuyentando mis recuerdos.

-Llamaré al chófer.- Dijo Bella, sorprendiéndome con un cálido beso en la mejilla. Ella nunca me había besado.

17 de Marzo

Ayer sin duda fue un día repleto de sorpresas. No encontramos nada referente al caso de la familia cadáver y el misterioso padre de familia, pero al salir del trabajo Bella me invitó ha cenar. Aún estoy sorprendido. Me insinuó que en mi casa tendríamos más intimidad ¿Para qué querría una mujer intimidad? ¿Para cambiarse un tampax? Jajaja imposible. Aún no me lo creo.

La velada fue una de las mejores que he tenido en mi vida, y eso que no hubo sexo. Ella me ha explicado que hace tiempo que no mantiene ninguna relación amorosa con nadie, y yo le he confesado lo de Claire, eso sí, sin mencionar a Gloria.

Creo que con Bella tengo futuro.

31 de Marzo

Bella está muy extraña conmigo últimamente; ni siquiera me mira a la cara y nunca quiere estar un momento conmigo a solas. No lo entiendo, ella nunca ha sido así. Después de todo esto, he ido a su despacho con la esperanza de hablar con ella, pero no la he encontrado. Entonces he decidido esperar. Cuando ha llegado se ha puesto muy nerviosa. Deduzco que esconde algo relacionado conmigo, ¿pero el qué?

He intentado hablar con Daniel. Me ha sido imposible. Huye de mí ¿Qué demonios está pasando? No lo sé, pero lo que sí sé es que mañana haré lo que sea para averiguarlo.

2 de Abril

Ayer apenas podía pensar. Casi no dormí en toda la noche. En los únicos momentos en los que conseguí pegar ojo no paré de tener unas extrañas pesadillas. Al parecer, la “familia cadáver”, como les solía llamar Daniel, tomaba la identidad de Claire, Matt y Val. Y yo…Yo era el asesino. Pero eso no es posible. Yo no he matado ha nadie.

Al final, me levanté y me fui a correr. Mientras corría me acordé de Gloria, la brasileña con la que estaba obsesionado, la mujer que destruyó mi vida. Nunca hasta ahora me había dado cuenta de que la odiaba, pero aún así me preguntaba qué había sido de ella.

Cuando llegué a la central, Bella me avisó de que teníamos visita con el psiquiatra y el psicólogo. Cada cierto tiempo era obligatorio realizar una evaluación psicológica.

Fue aburrido. Me miraban con desconfianza. ¿Me estaba volviendo paranoico? Será de no dormir.

Sin embargo, esta noche si que he dormido bien. Son las 7.15. Ahora mismo iré a la central y acabaré el trabajo que dejé a medias, por si acaso no es paranoia mía.

9 de Abril

Siete, siete, siete… hace siete días mi vida dio un giro de 365º…

Siento decirte querido diario que no te escribo desde mi habitual escritorio de roble en mi acogedor estudio, ahora mismo te estoy escribiendo desde una mesa enclenque de plástico en una habitación del psiquiátrico.

Estuve espiando en el despacho de Bella y descubrí que ella también era una farsante. No se fiaba de mí desde el principio. Estaba todo escrito en un informe. En él, Gloria ayudó a dar testimonio de que estuve al borde de matarla. Como prueba entregó el CD original que me dio mi mujer. No acababa de dar crédito a lo que leía, así que tuve que verlo. ¡No podía creerlo! Gloria me amenazó con entregar a mi mujer una grabación de nosotros dos si no le daba 10.000€ y le di una paliza. Asustado, porque creí haberla matado, me fui y no me llevé la grabación. Ése no podía ser yo. Seguí leyendo atónito todo el informe. También me acusaban del asesinato de Claire, Matt y Val. ¡La familia cadáver! ¡Eran ellos! ¿Pero cómo pude…? Según el psiquiatra, pude porque soy esquizofrénico. Mi yo enfermo fue el causante de estos horrendos crímenes.


L.M

miércoles, 25 de marzo de 2009

¡ Arde Madrid !

Avui, jornada de vaga a Madrid de l'escola pública. Milers de mestres, professors i estudiants estan cridats a una jornada de lluita en contra d'una política educativa que porta la "marca de la casa" del PP, amb la señora Esperanza Aguirre encapçalant el govern de de la comunitat. Aquesta "marca de la casa" passa per afavorir un deteriorament progressiu dels CEIPS i IES dels barris més populars, ofegant-los fins a la mort en no injectar recursos que puguin dignificar-los. Així, el dret a una educació de qualitat que possibiliti una igualtat d'oportunitats en la configuració d'un projecte de vida òptim, s'acaba convertint en un privilegi; les "prevendas" socials es perpetuen, la fractura de la societat es consolida i les monges acaban sent l'única sortida educativa als barris obrers en tancar les escoles públiques per falta de "clientela", com anomenarien els neoliberalistes a les famílies.

Des de Barcelona, vull donar el meu suport als colegues de professió madrilenys que han decidit que: ¡ BASTA YA!

Enllaç amb la notícia:

Huelga de la educación pública en Madrid

martes, 24 de marzo de 2009

Relats fets a classe IV

Atrapada en un recuerdo

Este recuerdo tan efímero me amarga por dentro; es una sensación de llamas abriendo camino dentro de mi frágil corazón. Tal vez sea porque el pasado no se puede borrar, por mucho que lo intentes con todas tus fuerzas. Tal vez sea porque recuerdo hasta el aroma de aquel atípico callejón. Tal vez sea porque cada vez que lo pienso tengo la sensación de que mi cuerpo pesa el triple; me hundo en la más oscura de mis pesadillas, y mi respiración va disminuyendo hasta el punto que apenas siento mis latidos. Es mucho peor que la inconsciencia, sí, mucho peor. Porque lo que lo diferencia es que estoy viva, y siento y recuerdo cada detalle. Sí, es eso: lo peor de todo esto es que yo sigo viva. Aunque la verdad es que por dentro me siento muerta, vacía. Nada se esconde ya en mi interior. Ni una pequeña ilusión, ni una pequeña fracción de amor... Nada de nada. Es como si fuese una caja sin nada en su interior; fácil de romper. Pero soy una caja metida dentro de una habitación, rodeada por cuatro paredes, y la única compañía que tengo es un viejo colchón, más antiguo que esta sensación de amargura en mi interior, y una vieja lámpara, de fino metal deteriorado por el paso de los años, que ni siquiera funciona. Me pregunto si la persona que estuvo aquí anteriormente, escribía como yo, porque, con apenas luz, tan sólo puedo escribir cuando el sol se pone y, aún así, apenas tengo claridad suficiente. Aunque debo admitir que mis dilatadas pupilas ya se han acostumbrado a la escasez de luz.
Casi viva, sola, y entre rejas, a mis veintitrés años, lo único que deseo en estos precisos momentos es otra compañera de habitación, sí, eso mismo, una nueva amiga.

Otra vez esta sensación de pesadez, la odio. Todos mis órganos se convierten en algo insignificante al lado de esta maldita sensación. Se queman en el fuego que en mi interior habita; es algo que ya se ha adueñado de mí y sale a pasear cuando mi celebro hace lo peor que puede hacer: recordar. Pero, ya no puedo dañarme más, he llegado a mi limite, de hecho llegué hace muchísimo tiempo, y recordar de vez en cuando no va mal... Total, ¿Qué más puedo perder? Es una pregunta absurda cuando no tienes ya nada que perder.

- Es hora de comer.- dijo una voz anónima.

-No tengo hambre. Puedes quedarte ese plato tan delicioso- apenas pude contestar con tono sarcástico.
-No durarás mucho más si sigues sin comer, y te lo puedo asegurar.- prosiguió
-Tampoco creo que dure mucho más si como esa repugnante comida, gracias. Y ahora, ¿puedes irte? No me gusta la compañía.- Mentira pensé para mis adentros.
Sin rechistar, oi los pasos conforme se iba alejando aquel conocido. Le odiaba, aunque apenas le conocía. Le odiaba con todas mis fuerzas, si es que aún me quedaban.
Pero, para hablar de ella, siempre me quedan fuerzas. La palabra “amiga” me hacia estremecer aunque al mismo tiempo era una palabra que resumía tantas cosas... Sensaciones sobre todo, ya que ella era la única que sabía verdaderamente si en mi interior quedaba algo de bondad. Ella era la única por la cual esa sensación de llamas en mi corazón se estremecía hasta el punto de convertirse en lo contrario, y dejar paso al más puro sentimiento: al amor... Ella era la única a la que liberé este peso que llevo encima durante tantos años, mi mayor secreto, el secreto por el que ahora estoy en esta oscura y desierta habitación. Ella, ella ella, volví a pensar para mis adentros.


Un estruendo me hizo abrir los ojos de modo exagerado. Mis pupilas se dilataron por la atípica luz de la habitación. El golpe fue como si un gran peso hubiese caído cien metros de altura contra el suelo y se hubiese hecho pedacitos. No quería ni pensar qué objeto pesado se les había ocurrido traerme, cuando abrí los ojos y la vi en el suelo retorciéndose de dolor. A pesar que su cabello largo y rubio le tapaba casi toda la cara, pude comprobar que se trataba de una joven de mi misma edad, más o menos, y que era verdaderamente guapa. Escuché también el ruido de las rejas al cerrarse de otro tremendo golpe; alcé los ojos y vi al jefe de policía mirando con cara de desprecio y odio a la joven que permanecía en el suelo. ¿Por qué tendría que haberle dado semejante empujón? Sólo se trataba de otro crimen más. Ella se incorporó como pudo; se sentó en la esquina de la habitación y colocó su cabeza con esa preciosa melena suya entre las dos piernas; supongo que le dolería bastante la cadera ya que tenía las manos presionándose el costado derecho y su expresión era de dolor. Yo también me incorporé con las pocas fuerzas que me quedaban
hacia donde mi nueva compañera de habitación se encontraba, me senté a su lado y la contemplé durante varios minutos. Sí, era verdaderamente guapa, ahora que podía verla con claridad. Después de varios minutos transcurridos tuve el valor de preguntarle lo primero que se me pasó por la cabeza:

-¿Estás bien?- Alzó el rostro de modo exagerado y me miró con unos ojos de incomprensión como si se extrañara de que alguien la tratara diferente a como el jefe de policía la había tratado anteriormente.
-Sí... bueno, no es nada, sólo un golpe-entrecortadamente me respondió.
-¿Cómo te llamas?
-Sue, ¿y tú?-me preguntó con interés
-Jennifer, me llamo Jennifer. ¿Puedo verlo? El golpe quiero decir, quizás tengas herida...
Sin contestarme, deslizó su brazo hacia la cintura, se cogió la sudadera y la estiro hacia arriba para que pudiera contemplar el tremendo golpe.
Una gran mancha púrpura adornaba su gélida piel. Puse gesto de dolor en cuanto lo vi y ella se debió dar cuenta cuando sin más se bajó la sudadera y me concedió una sonrisa.
-¿Por qué estás aquí?-me atreví a preguntarle.
-Una larga historia.-
-Tenemos tiempo suficiente-Le contesté, ofreciendo que se tumbara en aquel colchón que ahora teníamos como cama compartida.
-Supongo que tampoco es tan larga-confesó entrecortadamente.-Verás... Resumiré un poco porque no quiero entrar en detalles, digamos que... He sido cómplice de un asesinato.
Vaya, ya somos dos, aunque yo he sido la protagonista del crimen pensé para mis adentros.
-Y tú, ¿Por qué estás aquí?-prosiguió.
¡Maldita sea! Por qué tendría que preguntarle el motivo de su presencia aquí, si ya sabía la respuesta. Ya sabía lo que vendría después de confesarme su historia. Sin pensármelo dos veces mi cerebro actuó de una manera sorprendente y empecé a narrar mi historia, pero al contrario que ella, yo sí que le di detalles y demasiados.


Todo empezó cuando yo era una niña. Tendría por entonces siete años. Era una niña feliz. Mi casa siempre estaba llena de amigas ya que era muy afortunada en eso. Mi padre, Fred, era empresario. Mi madre, Marie, era ama de casa. Consideraba que tenía los mejores padres del mundo hasta que empezaron las discusiones y un día descubrí a qué se debían éstas. Vi a mi padre golpeando a mi madre. Todo se me vino abajo ese día, porque por muy pequeña que fuese, de alguna forma, era madura por dentro, muchísimo más que todas mis amigas. Mi padre pegaba a mi madre. No era ni la primera ni la ultima hija implicada en un asunto como éste y sin poder hacer nada ya que la policía lo tomaría como una niñería de críos.
A los diecinueve viví
la mayor de mis pesadillas.
Un día, después de llegar de la universidad, girando por la esquina de la calle donde vivía, a poquísimos metros de la esquina se encontraba mi casa, escuché unos golpes y gritos procedentes de ella, al principio me asusté y me apresuré por llegar, pero, después... conforme fui entrando a través del jardín, me asusté aún más de las consecuencias de aparecer por allí en esos momentos. Cogí las llaves de mi mochila y no me lo pensé, sabía lo que estaba pasando allí dentro: mi madre estaba en peligro. De pronto, un fuerte grito hizo que se me cayeran las llaves de la mano. Las cogí. Abrí la puerta. Mi madre estaba en el suelo con una gran herida en el pecho y una gran hemorragia que destacaba en todo el comedor. Casi no se podía sentir su corazón latir. Mi padre contemplaba el rostro gélido y sin vida de mi madre.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza en ese momento. Me quedé petrificada delante de ellos dos sin poder articular palabra alguna. La mochila que llevaba colgada en mi espalda se deslizó sobre los hombros y los brazos. La dejé caer. Al escuchar el fuerte ruido de la mochila golpeando el suelo, mi padre me miró. Contemplé el horror que le causaba mi presencia allí, pero no creo que sintiera horror o lastima por ningún aspecto más de la situación. Un mar de lágrimas empezaba a brotar de mis pequeños ojos y sin pensármelo dos veces salí corriendo en dirección a la comisaría a denunciarle.
-¡Jen, Jen... No es lo que piensas! ¡Vuelve aquí!-me ordenó.
Ni siquiera le concedí una mirada. Salí corriendo a toda prisa, la comisaria estaba situada a pocas manzanas de allí. Corrí tanto como pude y cuando estuve allí, entré. Con el corazón en la garganta a causa del esfuerzo, pero tenía que hacerlo, era mi madre y él, ni siquiera le consideraba padre después de esto.
-Qui-e-ro de-de.- Se me entrelazaban las palabras.
-Tranquilícese, por favor.Cuéntenos con calma.-Una voz serena, paciente.
Se trataba de la jefe de policía de la ciudad, Jane.Al alzar la vista vi que estaba acompañada por dos hombres más.
Cuando logré articular palabra les conté lo sucedido, y después de haber resumido mi historia de años atrás, me atreví a decir las palabras que más me dolían:
-Quiero denunciarle por agredir a mi madre.-Esas palabras me atravesaron el corazón y se clavaron dentro de mí.
-Su denuncia será realizada, por el momento, iremos a detener a Fred y a investigar los hechos. Usted aléjese de la ciudad. No le conviene permanecer cerca de aquí. Estaremos para lo que necesite, ya sabe.-advirtió el compañero de la jefe, acompañando sus palabras con una ancha sonrisa.
Salí de la comisaria y me dirigí hacia la estación de tren. Cogí el primer tren que había y bajé en la última parada que hizo éste. Me hospedé en un hotel cercano a la estación donde ahora permanecía y esperé alguna llamada telefónica. Recibí un aviso de la comisaria de Washington; me informaron de que mi padre se había escapado fuera de la ciudad y que ahora estaban rastreando su pista.
Iban pasando los días y ninguna llamada más, nada de nada. Yo, mientras, añoraba cada noche la ausencia de mi madre y me dolía haber descubierto que mi mayor enemigo en la vida era, precisamente, mi propio padre. Una noche, decidí salir a cenar algo a un restaurante alejado del hotel para olvidarme de aquel antro. Accedí a él de forma rápida a través de un pequeño callejón que al principio parecía no tener salida, pero conforme ibas avanzando te percatabas de la existencia de una tenue luz del final. Me sorprendí al escuchar unos pasos detrás de mí, era de noche, iba sola y más que sorprenderme, me asusté. Giré el rostro para comprobar que sólo eran imaginaciones mías, pero me equivoqué. Un hombre corpulento, al que apenas se le veían los ojos por el pasamontañas que le tapaba la cara, se encontraba a escasos metros de mí. Aceleré el paso, pero fue inútil. Me aferró la mano y sentí un fuerte golpe en mi cabeza; sentí también otras sensaciones que prefiero no especificarte, ya que no son agradables de recordar.
-Te dije que volvieras.-una voz susurró en mi oído.
Después de eso, me quedé sin fuerzas y cuando abrí los ojos me encontré en medio del callejón con apenas ropa, llena de manchas púrpuras. Una mancha de tono rojizo adornaba mi pelo rubio, se trataba del golpe que me había dado contra el suelo cuando el desconocido me empujó.
¡ Me sentía tan utlizada en esos momentos! Pero yo era fuerte. Me incorporé como pude. Recogí mis cosas y regresé al hotel.
Una vez allí, llamé a la comisaría.
-¿Policía?-pregunté con ansia.
-¿Sí? Comisaría de Washington.
-Me puede pasar con la jefe de policía Jane, por favor. Soy Jennifer.
-Si, un momento por favor...
-Jennifer, ¡cuánto tiempo! ¿Qué sucede?
-Jane, quiero que investiguéis. Esta noche he tenido un pequeño incidente. Verás, esta noche me han…
-Jennifer, ¿te han atacado?-preguntó desesperada.
-Veo que las pillas a la primera. Sí Jane, pero lo peor es que sospecho de alguien y creo que es él. Él vuelve.
-Jennifer, tranquilízate. Estamos rastreándole. Hacemos lo posible para que todo se solucione y, ahora, mantente al margen. Lo mejor sería que volvieras aquí. Te protegeremos. ¿De acuerdo?
-Sí, eso está bien... Nos vemos pronto Jane.
-Te espero Jen.
Volví a mi ciudad a pesar de que eso me producía naúseas. La policía empezó a investigar y yo junto a ellos. Después de meses de investigación, descubrieron lo que yo ya sabía. El violador
fue mi propio padre. Sabía dónde se hospedaba en estos instantes. Sin ningún escrúpulo, me introduje en mi bolso una de las pistolas que le pude sustraer a uno de los policías sin que se diera cuenta, y salí hacia la casa donde antes vivía junto a mi familia, con el corazón en la garganta, los nervios a flor de piel pero las ideas muy claras. Él mató a mi madre, e intentaba hacer lo mismo conmigo y no lo iba a conseguir si acababa con su vida primero. Abrí la puerta de la casa y lo vi allí sentado en el sofá, mirando la entrada..Era como si supiese lo que le venía encima. Nuestras miradas se cruzaron
-Aquí estoy papá. – Deslicé mi mano hacia el bolso apretando fuertemente en ella la pistola; puse el dedo índice en el gatillo y lo apreté hasta que la bala se deslizó hacia su torso. Me invadió
una sensación de paz en mi corazón a la vez que me arrepentía una y otra vez de lo que acababa de hacer. Pensé por un momento en irme con él a la otra vida, pero no quería permanecer ni un segundo más junto a la persona que me había hecho tanto daño, aunque sabía que una parte de mí, un trozo de mi corazón, le amaba con una fuerza sobrehumana.

M.T

jueves, 19 de marzo de 2009

Relats fets a classe III

Rey de corazones


Amanecía pronto en Barcelona y una ligera lluvia acompañaba al viento frío que gobernaba en sus calles. El comisario Fle salía de casa para empezar el día. Dos horas más tarde su hija Ivett saldría también para comprar algunos regalos navideños.
-Algún colgante para mamá, un libro y una corbata para papá. – murmuraba. –Todavía no sé qué quiere Susana…
Al coger el coche, Fle observó que la ciudad todavía dormía. La plaza de Cataluña no le parecía la misma sin su gente andando de arriba abajo. Al llegar a Paseo de Gracia aparcó. Se bajó del automóvil y al echar a andar vio su propio reflejo en el cristal. A sus cincuenta y cinco años él no creía verse muy mal, pero algunas arrugas se asomaban por su frente dando así a su pelo negro un aspecto más canoso. Sus ojos, claros cómo la miel, habían visto tantas cosas, tantos crímenes e injurias que un ciudadano normal no creería que existiesen. Los labios los tenía gruesos, aunque el de arriba ligeramente más pronunciado.
-Debo hacer ejercicio, me parece que he engordado más de la cuenta.- se quejó.
Se paró a desayunar en la cafetería de siempre. Era pequeña y cálida y no solía ir mucha gente. Por eso le gustaba.
Entró en comisaría y saludó a los compañeros.
-Por favor Ibáñez, que no me molesten si no es algo muy grave. Tengo un asunto importante y quiero aclararlo cuanto antes. –pidió Fle.
-Vale, estaré al tanto – obedeció el ayudante.
El comisario se puso a trabajar dejándose la piel en una profesión a la que había dedicado su vida entera.
Tres horas más tarde, Ibáñez irrumpía en su despacho muy alterado.
-Comisario, verá… esto… no se cómo decírselo… -el chico hablaba muy rápidamente y sin explicar nada concreto. – Se ha encontrado a su hija en la calle Massanet. El caso es que está muy rara. Tiene los ojos en blanco y la boca abierta. Está completamente llena de sangre y no tiene corazón. Es algo realmente extraño.
Fle no se podía creer lo que oía. Su hija, ¿muerta? ¿Su niña pequeña sin corazón? ¿Qué había pasado? ¿Por qué Ivett? Su cabeza se llenaba de preguntas, su mente no dejaba de imaginar lo ocurrido con los pocos datos que tenía y su subconsciente intentaba, todavía, hacerse a la idea de que era una broma, de que cuando llegase a casa su hija le estaría esperando con esa magnífica sonrisa que tenía.
-Coge el coche patrulla, llévame allí. ¡Ahora! –gritó el comisario.
Ibáñez obedeció sin dudar. Subieron al coche y el ayudante le fue contando lo que sabía. Pero Fle no atendía a sus palabras. Estaba asustado, tenía dudas. Quería a su hija por encima de todo y el que lo hubiese hecho iba a pagar muy caro lo ocurrido.
Llegaron a la calle Massanet. Había un callejón oscuro con alguna que otra caja tirada por en medio. En el suelo estaba tendido el cuerpo de Ivett. Era verdad lo que Ibáñez le había contado. El rostro de la chica sin vida tenía expresión de sorpresa y sus ojos, totalmente en blanco, habían llorado lágrimas de sangre. En su pecho había un gran agujero en el lugar donde tendría que estar el corazón.
El padre fue corriendo hacía el cuerpo inerte y lo abrazó como si con ello fuese a conseguir devolverle la vida. Lloró, lloró hasta que se quedó sin lágrimas. Llamaron a la madre de Ivett, que llegó en pocos minutos.
Cinco días después volvió al trabajo. El día a día se le hacía arduo y si estaba en su casa y no veía a su niña se derrumbaba. Sentía una gran angustia por todo el cuerpo y empezaba a pensar que su vida ya no valía nada. Pese a eso, cuando volvió a la comisaría se puso a investigar el caso de su hija. Fle, al culpable, lo quería muerto.
Los primeros días fue recopilando toda la información que tenía del caso: fotografías, informes, noticias del periódico,…
Buscó a toda la gente que había pasado por Massanet y por los alrededores en las cuatro horas anteriores. Las interrogó, pero nadie vio nada excepto una joyera que había visto a la hija de Fle en el escaparate de su tienda mirando algo y a un chico hablando con ella. Explicó que no lo conocía y que no se había fijado mucho. Sólo recordaba que llevaba una cazadora negra. Luego se fueron y ella no pudo ver nada más.
Fle asignó a sus mejores detectives para investigar el sitio, a los mejores forenses, a los mejores científicos para que averiguaran si la sangre era sólo de ella y si quedaba algún rastro del asesino.
Fle no se daba por vencido pero tres meses más tarde el caso se daba por cerrado. El culpable no había dejado rastro de absolutamente nada. Era como si esa persona realmente nunca hubiese existido. Una carpeta quedó llena de todos los documentos del caso acumulando el polvo y sin que nadie supiese a ciencia cierta qué había pasado. Era un crimen tan perfecto que parecía obra del mismo diablo.

***

Se deslizaba lentamente por la ciudad de Barcelona intentando encontrar alguna presa. Desde que había llegado no satisfizo la sed más de dos veces. En sus grandes ojos se dibujaba una fina línea color turquesa que se entremezclaba con los tonos verdes. Su pelo, de aspecto rubio pero con cierta semejanza al oro, permanecía perfecto sobre una cabeza simétrica, dueña de unos labios que emergían del infierno. A la vez, ésta residía sobre el esbelto cuerpo del chico, que dejaba entrever con la camisa desabrochada unos músculos que cualquiera podría desear. De hecho, todos le deseaban.
Se colocó la capucha y salió de las sombras. En mitad de la plaza se alzaba una estatua de alguien importante, estaba bastante rota y poco quedaba de ella. El sitio estaba rodeado de unas casas viejas, y a lo lejos, el mar. El panorama era poco apetecible. Corazones viejos, otros demasiado inmaduros, algunos incomprendidos y una serie de corazones oxidados. Echó a andar por varias calles, de antiguas a modernas gradualmente, hasta llegar al centro, pues había buenas víctimas. Olió y sintió todos los corazones que se encontraban allí. En unas centésimas de segundo notó que uno de ellos se escuchaba por encima de los demás y encontró el corazón más bello que jamás había latido sobre la faz de la tierra. Su dueña era una chica joven. Pero no parecía una cualquiera. Tenía un pelo color carmesí, unos rizos voluminosos que le llegaban hasta la mitad de la espalda y unos ojos marrones poseedores de un brillo antinatural. Su figura era extremadamente delgada, pero era eso lo que la hacía aún más increíble. Llevaba una camiseta Casual que se le ceñía al pecho y unos pantalones negros de satén.
En ese momento, Adam creía que se volvería loco. La sed le nubló totalmente la mente y todos sus sentidos se dispararon. Cada vez que tenía una presa, su instinto cazador se apoderaba de él, pero esta vez sentía algo tan fuerte, que si hubiese tenido corazón, le habría explotado de la presión. Se alejó unos metros, a donde no pudiese ver a la chica, y se tranquilizó. Era un rey con experiencia y sabía que si se ponía tan nervioso perdería a la chica y eso no entraba dentro de sus planes.
La chica estaba mirando un escaparate de joyas bastante caras, y por su aspecto no parecía tener prisa alguna. Adam se acercó y movió la cartera de ella al suelo.
-Perdone, se le ha caído esto. –lamentó él.
Hasta el momento ella no había reparado en el chico. No le hizo falta mucho tiempo para sentir un sentimiento exageradamente intenso de estar cerca suyo. Se le aceleró el corazón y tenía la respiración entrecortada. En eso consistía el encanto de los de la raza de Adam. Un terrible deseo de aferrarte a ellos constantemente, un terrible peligro que te acercaba poco a poco a la muerte.
Adam devolvió la cartera a la chica.
-¿Le apetecería tomar un café? – contestó ella muy agradecida.
-De acuerdo. - aceptó.
- Vayamos donde usted quiera. –ofreció la chica.
Dentro de él se producía una increíble fascinación por ella. Ansiaba enormemente su corazón, tenía demasiada sed.
Entonces, se la llevó por un callejón. Por muy extraordinaria que fuese la chica, seguía siendo simplemente humana. El deseo se apoderaba de ella y era de eso de lo que se aprovechaba Adam para así robarle el corazón y saciar su apetito.
Al llegar al callejón, Adam se paró y la chica al verle, también. El corazón de ésta, cada vez latía con más fuerza, como si llamase a Adam, y la desesperación agarrotó sus músculos.
Ivett sentía que conocía al chico de toda la vida, que podía confiar en él sin más, sin siquiera saber su nombre ni su procedencia.
Se reclinó en la pared, y con ella Adam apoyó las manos también.
El chico acercaba lentamente su rostro hacia ella. La chica pensó que se besarían, que aquel ser de apariencia perfecta la haría fundirse en un beso como el placer más exquisito a sus labios. Pobre chica… qué poco conocía el infierno y qué inocente que era. Él cambio su posición y el delicado movimiento del chico que acabaría con ella la dejó sorprendida.
Adam se sentía un asesino, el más brillante y cruel rey de corazones.



L.P.G


En els propers dies... Més entregues dels "Relats fets a classe". Una bona mostra de la magnífica feina feta pels alumnes de 3er d'ESO.

Que ho continueu disfrutant!




miércoles, 18 de marzo de 2009

Dedicat als meus alumnes, entre d'altres coses, per la santa paciència que tenen amb mi.
Vull que sapigueu que encara i el mal geni que molt sovint tinc us estimo moltíssim.

Relats fets a classe II

Historia de Nadia

No soy más que un cuerpo muerto. Él se la llevó. Se llevó a la mujer que tanto quería, llevándose consigo mi alma. Mirando por la ventana, las lágrimas florecen de mis ojos. Si hubiese llegado cinco minutos antes la hubiese salvado. Sólo cinco minutos... Siento que en cada gota de agua, que se desliza por mis enrojecidas mejillas, se me agota la energía. No sé si soy capaz de olvidarla. No creo que sea tan fuerte. Todo es tan reciente... No lo asimilo. O no quiero asimilarlo. Todo fue tan deprisa...
Sonó el despertador aquella mañana de invierno. Otro día, le susurré a la nada. Pero tenía que reconocer que ningún día era igual cuando tenía a Audrey a mi lado. Nunca había sentido eso por nadie, y estaba completamente seguro de que nada lo podría cambiar. Ella te transmitía todo lo que necesitabas. Era como si alguien hubiese bajado a un ángel del cielo. Por eso, desde que la vi supe que algo nos uniría.
Fui directo al baño para darme una buena ducha caliente. Algo me inquietaba. Era extraño.
Me preparé y, como cada día, fui a despedirme. Estaba tumbada y tapada hasta la cintura. Su cabello castaño, rebelde y rizado, acariciaba el contorno de su cara y de su cuello. Por primera vez la vi nerviosa. La besé en la frente con dulzura y me marché.
Llegué por fin a mi despacho, que estaba en una de las tantas comisarías de Manhattan. Dado que era lunes, la quinta avenida estaba colapsada, a pesar de ello llegué sólo veinte minutos tarde.
Pasaban los días y mi trabajo se hacía más monótono. No había casos por resolver, era una buena noticia, pero yo me aburría muchísimo. Así que fui a tomar un café.
Era un local pequeño. Por el estado de las paredes, deduje que le hacía falta una buena capa de pintura. Las mesas parecía que estaban colocadas al azar; no seguían un orden. Me senté en una mesa junto a una modesta ventana. La suciedad del cristal no dejaba pasar grandes rayos de luz, pero no me importaba. Esa obertura se asomaba a una calle muy pequeña y sencilla. Lo único que me llamó la atención fue un hombre que no sobrepasaba los treinta años. Su cabello era oscuro y lo llevaba atado con una coleta. No podía verle los ojos, ya que llevaba unas gafas de sol. Ese tipo de lentes nunca lo había visto y, sinceramente, me resultaba fascinante. Se quitó las gafas y se percató de que lo observaba. Cruzamos una mirada fugaz de indiferencia y le di el primer sorbo al delicioso capuchino que había pedido minutos antes.
Salí del local en busca de alguna floristería ambulante. Encontré una dos calles más bajo. Tenía ganas de regalarle a Audrey un ramo de rosas azules, su flor favorita.
Cuando acabé, llamé a mi compañero, Martín; un tipo insólito, agradable y sobretodo, gran trabajador, para que le comunicara al señor Farrow, el comisario, que me iría a casa. Con Martín, nunca llegué a conectar del todo, pero era bueno tenerlo cerca, ya que te transmitía optimismo. Como no había problema, me fui a casa.
Subía las escaleras del último piso para llegar al mío. Había un pequeño sobre en la puerta pegado con adhesivo. Será de Audrey. Irá a comprar el pan o algo parecido, pero habría sido mejor que me lo hubiese dejado en la nevera o en el sofá, sin ir más lejos. Lo abrí. Esto es algún tipo de sueño y todavía no he despertado,¿ verdad?. No acerté. Esto era la realidad. Un folio. Un texto. Un sobre. Y Audrey secuestrada.
Acabas de entrar en este maldito juego y yo pongo las reglas. En cada sobre que encuentres, habrán una serie de pistas que tendrás que descifrar. Cuando las hayas resuelto, tendrás que dirigirte a un lugar concreto. ¿Hace falta que te diga lo que le pasará si no llegas a buscarla a las 0.00h de esta noche? Te lo diré por cortesía. Morirá. Pero no será una muerte rápida, tengo muchos planes para ella.
Primera pista: Bajo un árbol la viste por primera vez.
Buena suerte, Justin Craft.
No pude contener la rabia, así que descontrolé mis extremidades un segundo y lo único que me hicieron pagar fue un gran dolor cuando descargué todo ese sentimiento contra el frío suelo. Pero me dolía más el pensar ahora en aquel gran infeliz.
Eran las 15.30h. No me hizo falta mucho rato para acabar sabiéndolo. El árbol que hay al lado del estanque, en Central Park. Eso era como buscar una aguja en un pajar. Tenía que haber algo para acordarse de aquel árbol justamente. Algo tendría de especial. El cuaderno de dibujo de Audrey. Solía dibujar todo lo que se le pasaba por la mente. Con algo de suerte, puede que haya dibujado esa misma escena. Y así fue. Abrí el cuaderno y en uno de sus muchos dibujos lo encontré. Era un árbol con una casa para pájaros y un banco de madera al lado.
Bajé las escaleras aceleradamente y me dirigí al coche. No vivía muy lejos de Central Park, pero siempre ganaría un poco de tiempo. Llegué en diez minutos. Corrí desesperadamente hasta el rincón del dibujo de Audrey.
Me fijé en todos los árboles, pero sólo en uno vi la casa para pájaros y el banco. Justamente, pegado en el tronco de aquel inmenso árbol, se hallaba el sobre con otra de las pistas para poner encontrar a Audrey. Esta vez ponía que el próximo sobre estaría en una de las salas favoritas del museo de arte de Manhattan. Lo bueno de ello es que estaba cerca de él.
Corría el tiempo. Eran las 19.50h y sólo había resuelto cinco pistas. En la última que encontré, el maldito desgraciado me confirmaba que me quedaban otras cinco pistas para acabar con el juego. Como le pase algo a Audrey, juro que te mataré, me solía decir a mí mismo, cada treinta segundos.
El Museo de Arte, uno de los muchos teatros de Broadway, el hospital donde ella nació... Había recorrido todos esos sitios y muchos más cuando eran las 22.30h. La última pista señalaba al Marcus Garvey Park. Me apresuré a encontrar la caseta del vigilante del parque. Las 22.45h. No la encontraba. Las 22.50h, tampoco la hallaba. A las 22.55h visualicé a lo lejos una pequeña casa de madera con luz en su interior. Corrí sin importarme cuantas veces me cayera, sin importarme nada que no fuera ella. Una vida dependía de mi carrera hacia ese refugio. Pero no era una vida cualquiera, era la vida de la mujer que más apreciaba mi corazón. Las 22.57h, un poquito más, un poquito... Las 22.59h, ya estoy, aguanta un minuto Audrey, por favor. Las 0.00h. Abrí la puerta. Sobre la cama yacía el cuerpo de una joven, sin vida. Aceleré hacia ella. La mecí en mis brazos y robé de sus labios el último beso, el más amargo de todos. Mientras, en mi mejilla, corrían las lágrimas de un joven con medio corazón.
Me tumbé en la cama. Agarré con fuerza la única señal para poder descubrir quién fue su asesino: unas gafas de un modelo que sólo había visto una vez en la vida. Le juré a Audrey que como le pasara algo te mataría.

N.V.P

lunes, 9 de marzo de 2009

martes, 3 de marzo de 2009

Una bona notícia

Hoy puede ser un gran día... No, no continuaré amb la lletra de la cançó de Serrat la resta de l'article, però volia començar amb ella perquè no és que avui pugui ser un gran dia, sinò que ho és. I ho és ja que, encara i que hi ha crisis econòmica, el meu ajuntament continua fent una gran aposta per la inversió en despesa pública. En concret, per una de les eines que més poden fer per afavorir la cohesió social: l'educació pública. Barcelona tindrà en un any i mig 1900 places més de guarderies de dues línees cadascuna i, a més, es construiran dos CEIP i dos IES i es faran reformes importants en sis centres de titularitat pública, amb la col.laboració del Consorci d'Educació.

És cert que aquests avenços no resolen d'immediat el dèficit de places públiques a la ciutat, però també ho és - i això tal vegada sigui el més rellevant - que són AVENÇOS que revelen una clara voluntat política per capgirar una situació contra la qual portem molts anys lluitant sense el recolçament efectiu de l'anterior govern de la Generalitat (evidentment, em refereixo a l'època de CIU). Govern que va tenir el cinisme al 2001 de dir públicament que, entre d'altres motius, otorgava diners públics als centres vinculats a l'OPUS ja que "no hi havia pressió per donar-ho a altres escoles i hi havia diners disponibles" (Artur Mas dixit). Clar, per aquesta raó els barracons no deixaven de crèixer, les infraestructres dels centres cada cop eren pitjors i la inversió en despesa pública era la més baixa de l'estat. Hem de suposar que el fet de que l'educació pública anés "bien servida" és el que va motivar que al 2002 es treguesin 45 millions d'euros del pressupost destinat a educació per invertir-los en publicitat, propaganda i protocol (EL País, 27 de juliol de 2002).

La gestió d'un govern pot ser bona, dolenta, regular o desastrossa. La subjectivitat molt sovint és el prisma des del qual s'analitza la realitat. Des del meu punt de vista, el govern la gestió del qual es dirigeix prioritàriament a afavorir aquells que gaudeixen d'una situació econòmica i social benestant és un govern que actua contra el principi de justícia social. Obviament, és una opinió molt subjectiva. Objetivament: la falta de voluntat per a governar per a tots, seguint el principi de a cadascú en funció de les seves necessitats, no és el que volgués que fos el tret distingiu del govern que jo dessitjaria pel meu País. Per sort, el govern que tenim ara té aquesta voluntat.

Barcelona guanyarà 1900 places de guarderies en un any i mig
Justificar a ambos lados